Federación de Servicios a la Ciudadanía de CCOO | 20 abril 2024.

Que los árboles nos permitan ver el bosque

    Hoy, como todos los días, venía en el bus de línea hacia Madrid. Soy de los que utiliza el transporte público por aquello de las emisiones y el empleo en el ámbito del transporte de personas. Iba leyendo un libro en formato papel, aún me resisto, quizás equivocadamente, al formato electrónico. Llamadme romántico o atrasado, dado que la revolución digital me pasará por encima.

    22/03/2018. Francis Cabezos, secretario de Coordinación Sectorial de FSC-CCOO
    Árboles

    Árboles

    Prefiero el papel, aunque sé que para obtener pasta de celulosa y que yo lea libros hay que talar árboles, pero intento consolarme pensando que con buenos instrumentos de planificación y ordenación de montes y plantaciones, esta actividad es duradera en el tiempo, genera empleo con derechos sociales y laborales y, de otro lado, nos permite extraer menos coltán y que los vertederos de residuos electrónicos del delta del Níger disminuyan en tamaño. ¡Ya no sabe uno qué hacer!

    Acabado el libro y con el firme propósito de comprar otro, recordé el último fin de semana en el que, como otros muchos, estuve paseando por el pinar que hay cerca de mi pueblo. Se veían los arroyos crecidos, después de la nieve y las lluvias caídas en los últimos días, y pensé en la estrecha relación que existe entre bosques y agua. Quizá por ello se celebran seguidos los dos días internacionales de ambos elementos, los días 21 y 22 de marzo. Y aprovecho para reflexionar respecto al agua. Deberíamos hacernos mirar aquello de que aún no depuramos el 100% de nuestras aguas residuales, que todavía hay alguno que piensa que el agua de los ríos se ‘tira’ al mar y que lo mejor sería trasvasarla de unas cuencas a otras. El uso posterior de esa agua trasvasada ya nos importa menos.

    Durante el paseo pensaba en los restos vegetales producto de las podas, cortas, desbroces y entresacas. Y que si se planificara adecuadamente toda esta actividad, quizá podríamos utilizar estos restos para obtener energía, fabricar compost para parques y jardines y no tendríamos que quemarlos en el monte sin sacar ninguna ventaja. También, no lo puedo evitar, pensaba en la cantidad de personas que pueden trabajar en este sector y las oportunidades que tendrían las pequeñas comunidades rurales. Que ese empleo no tendría por qué tener una alta tasa de temporalidad, una gran rotación, escasa formación y elevadas tasas de accidentalidad. Esto se podría cambiar.

    El sector forestal arrastra problemas: individualismo y abandono de muchas propiedades forestales, titularidad de los montes, la poca apertura de los mercados de productos forestales, la escasa inversión pública y privada o el desinterés de la sociedad por el monte. Un desinterés posiblemente provocado por el desconocimiento del potencial del sector, tanto desde un punto de vista económico como del medioambiental y las posibilidades de creación de empleo y reactivación en zonas hoy deprimidas. Revitalizar el sector forestal puede constituir un elemento clave para recuperar y reactivar un mundo rural en franco retroceso en gran parte de nuestra geografía. La ausencia de una auténtica política agrícola, la falta de inversiones y la insuficiencia de servicios públicos en las zonas rurales son algunas de las causas de esta situación.

    Ya llegado a Madrid, y después de atravesar distintas localidades, también me recordaba a mí mismo la importancia que tiene llevar a cabo una buena planificación urbanística y el papel protagonista que tienen las entidades locales en ello. Ciudades más humanas y menos automovilísticas, menos hormigón y asfalto y más avenidas arboladas, aceras más anchas con ornamento verde, más parques y jardines para solaz de la gente y con ello contribuir a que respiremos menos óxidos de nitrógeno y que podamos sentarnos con calma en un banco a leer un libro.