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Josep Fontana: “lo único que no es lícito es resignarse”

    La muerte de Josep Fontana es una pérdida profunda, global; es la pérdida del profesor, del intelectual comprometido y militante, del magnífico historiador, del marxista con una capacidad inmensa de análisis y síntesis de la realidad, del comprometido con la causa del mundo del trabajo.

    29/08/2018. Xavi Navarro, Estudios y Cultura

    Fontana nació en 1931 en Barcelona, hijo de un librero de Ciutat Vella, era un lector incansable con un conocimiento de la historiografía internacional , muy por encima de cualquier otro académico de su contexto. Fontana nos introdujo lo mejor de la historiografía marxista británica, dándonos a conocer a Hobsbawn y E.P Thompson, una historiografía que nos ha marcado a muchos y muchas en nuestra formación, conocimiento y aproximación al marxismo.

    Fontana, siempre mantuvo, hasta el final, su compromiso militante, aunque ya no formaba parte de un partido político ( militó en el PSUC desde 1957 hasta los inicios de los 80 y fue impulsor de la revista Nous Horitzonts ). Militante con las posiciones de izquierda, con la causa de la clase trabajadora, amigo de CCOO a los que nos dedicó horas, energía y saber.

    Fontana fue un historiador de mirada global y con profundas convicciones de izquierdas, hace un año, nos regaló parte de su tiempo, concediéndonos su reflexiones y atendiendo a nuestras preguntas sobre el mundo del trabajo y su análisis de la realidad actual. Reflexiones y respuestas que hemos publicado en los vídeos de PERSPECTIVA

    Nos despedimos de Josep Fontana, un amigo, un compañero, un intelectual comprometido y militante, con un magnífico comentario de Pepe Gálvez sobre el libro “Por el bien del imperio”, que junto a “El futuro es un país tan extraño” y “El siglo de la Revolución”, forma parte de algunas de sus últimas obras.

    Por el bien del imperio
    Josep Fontana

    En estos tiempos en que pretendemos comunicarnos con mensajes de menos de 140 caracteres, en los que la indignación se alimenta de la brevedad expositiva y en los que la autocensura actúa en primer lugar sobre la extensión de los textos y la densidad de la letra en la maquetación, Josep Fontana nos propone en Por el bien del imperio ni más ni menos que la lectura de casi mil páginas, 976, a las que se añaden doscientas más de notas bibliográficas. A tamaña provocación se añade el que se trate de un libro de historia cuando la actualidad nos atropella, en un momento en que las urgencias del hoy e incluso del ahora se acumulan, en que se nos inunda con un flujo informaciones casi tan grande como el de las que nos ocultan o manipulan.

    Y sin embargo, precisamente ahora, cuando todo indica que nos acercamos a una encrucijada civilizatoria, es más necesario que nunca contemplar el hoy desde la perspectiva del ayer que lo conformó, ya que en esta época de grandes cambios no es posible empezar a contestar a la pregunta sobre a donde vamos sin buscar respuestas en otro interrogante:¿ de donde venimos? O más sencillamente como hemos llegado hasta aquí.

    Y a dar respuesta, sino totalmente si en gran parte, a esta última cuestión se dedica Por el bien del imperio la última obra de Josep Fontana: una historia de lo sucedido en el mundo desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días. Un periodo de tiempo muy significativo en la conformación de nuestra actualidad ya que por una parte abarca el proceso de imposición, consolidación y mantenimiento de la hegemonía imperial de los Estados Unidos de América sobre el conjunto del planeta, mientras que por otra comprende la gestación , desarrollo y crisis del Estado del Bienestar en el primer mundo. Un periodo que ha vivido la Guerra Fría y sus variantes de coexistencia armada, la conformación y crisis del socialismo realmente existente, la evolución de China y los procesos de descolonización y neocolonización, Vietnam y Oriente Medio, las revoluciones frustradas, las reformas y contrarreformas sociales, la gran divergencia, las guerras localizadas, las intervenciones imperialistas y finalmente la crisis financiera, la lucha por la tierra y los alimentos…

    Así, su lectura nos conduce por los años de la configuración de la guerra fría, en los que más allá del enfrentamiento entre bloques descubrimos que existió un proceso de fondo más importante: el intento de construir, tras la derrota del nazismo, proyectos de democratización política, social y económica que contaban potencialmente con gran apoyo popular. Lamentablemente en el llamado occidente esos proyectos fueron saboteados y reconducidos a terrenos más cómodos para la recomposición del dominio capitalista, mientras que en los pises del Este europeo fueron desvirtuados y anulados en parte por la regresión antidemocrática del modelo soviético y en parte también a causa de la maldición del status de la guerra fría.

    Un segundo subperíodo sería el de los procesos de descolonización. Otra vez más nos encontramos con una demanda de democratización que será pervertida y muchas veces destruida por los mecanismos de dominación neocolonialista. En paralelo, se produce el desarrollo de una política de extensión militar del imperio americano que llega a la intervención directa en el caso paradigmático de Indochina y especialmente de Vietnam.

    El último gran periodo sería el de la gran divergencia con una inmensa redistribución de la riqueza hacia arriba, el empobrecimiento de los trabajadores y las clases medias y una influencia política de los empresarios, especialmente de la banca, que sustituye y degrada los mecanismos democráticos. Un proceso que como señala Fontana no se produce de forma natural, sino que es fruto de una acción deliberada claramente política y que tiene su origen en el 1971, en un memorándum que establece las bases de una contraofensiva destinada por un lado a conseguir a medio plazo un cambio gradual cultural en favor del “sistema de libre empresa” y por otro a realizar una intervención a corto plazo sobre el poder político. ¡Y vaya si lo han hecho!

    No es un libro pequeño, no, la ambición de reflejar, aunque sólo sean los trazos esenciales, los ejes, de una realidad tan extensa y compleja exigen esas casi mil páginas de texto, más las trescientas de bibliografía. Pero es un relato apasionante tanto para los que amamos las historias como para los que deseamos conocer la Historia. Un gran relato que nunca deja de ser ameno, a pesar de transmitir gran densidad de conocimientos, una interpretación de la historia que sintetiza la investigación más exhaustiva y el análisis claramente referenciado en una visión amplia del marxismo.

    Es una obra rigurosa, sin apenas margen para la especulación, que analiza y concluye en base a documentación contrastada, la misma que sirve de base a una visión crítica sin mistificaciones de los intereses y pautas de comportamiento de los poderosos. Y no sólo eso, en su narración, por que se trata de un gran, apasionado y apasionante relato de relatos, siempre se contrapone la actuación de los grandes personajes, las individualidades que han mandado o mandan sobre las instituciones políticas o económicas con la repercusión de sus decisiones sobre las diferentes ciudadanías. El abuso de poder de una minoría suele aparecer ligado al dolor, el hambre y hasta la muerte de sectores mayoritarios.

    Esa aportación, divertidamente irónica, de datos biográficos complementa el estudio de los mecanismos de poder, ese campo socio-político en el que en las sociedades democráticas confluyen representaciones mayoritarias e intereses minoritarios. De esta forma la interpretación de la historia no sólo se aleja del discurso dominante sino que lo contradice y pone en evidencia un artificial entramado de mentiras y medias verdades con el que se nos ha ido bombardeando continuamente desde las instituciones, el mundo académico “oficialista”, los medios de comunicación y la cultura de masas. Se trata de una historia de las personas, o mejor dicho historia de la historia hecha por las personas, los y las dirigentes, retratados con irónica indiscreción, y las millones de ellas que nunca han pasado ni pasarán del anonimato, pero que con sus luchas han propiciado o conseguido el progreso social que hemos tenido.

    Y con ello nos regala el conocimiento de una biografía colectiva, ya mundializada, que nos explica lo que somos hasta hoy y nos sitúa en la posibilidad y necesidad de escribir socialmente un nuevo relato.

    Pepe Gálvez